Miembro de una rica familia, su situación económica holgada permitió que se dedicara a los estudios de pintura en su juventud. Se formó en el taller granadino de Pedro de Moya, pintor de gran fama en su época. Tras dirigir los numerosos asuntos económicos de la familia, en torno a 1680, se traslada a Sevilla, al amparo de su cuñado Antonio Martínez de Toro, receptor de tribunales eclesiásticos, iniciando de esta manera su labor artística. En esta ciudad fue donde desarrolló la mayor parte de su obra, pues también trabajó en Cádiz y Canarias. En la ciudad hispalense se casó tres veces, una de ellas con Dª. Eugenia Bernarda de Esquivel, perteneciente a una importante familia sevillana. No dejó descendencia de ninguno de sus tres matrimonios. De su obra se conocen una serie de diecisiete lienzos sobre la vida de San Pedro Nolasco, que pintó para uno de los claustros del desaparecido Convento de San Laureano de Sevilla, más otros veintitrés lienzos menores, para el mismo convento.