Se le documenta en 1819 casado con Ángela Escámez y con una hija, María, habitando en el número 25 de la calle del Milagro en Almería. En 1760, junto con el tallista murciano Joaquín Laguna, contrató la labra de un retablo para la capilla de la Virgen de los Remedios, en la iglesia parroquial de San Pedro (el viejo) de Almería, mueble costeado por Francisco de Perceval y Marín, segundo esposo de Claudia Bervel, marquesa de Dos Fuentes, que había mandado construir la capilla en 1745. Diez años más tarde, en 1770, Montaño firmaría un nuevo contrato por el que se obligaba a fabricar el retablo de la capilla mayor de la ya citada iglesia de San Pedro, teniendo como modelo un diseño firmado por el artista en 1769 y que contaba con el visto bueno del obispo Claudio Sanz y Torres (1761-1779). La promulgación por Carlos III de la Real Orden de 26-V-1772, en la que, entre otras cosas, se le mandaba al obispo suspender y cesar todas las obras pendientes que se estaban haciendo en su diócesis, hizo que el retablo quedara inconcluso, a falta del dorado. Por esta misma causa, el tallista se vería también obligado a paralizar los trabajos de reparación y mejoras que estaba llevando a cabo en aquellos momentos en el retablo mayor de la iglesia parroquial de Huércal (Almería). Con posterioridad a estas fechas, entre 1778 y 1782, el tallista formó parte del equipo de artistas que intervinieron en la realización de los púlpitos del altar mayor de la Catedral de Almería, siendo el autor de los tornavoces y respaldos de los mismos, por lo que recibió la cantidad de 4.128 reales de vellón.