Juan del MORAL ALMANSA


MORAL ALMANSA, Juan del (Granada, 1861 - Almería, 1929). Dibujante.


      Por línea paterna, oriundo de Fondón y, por la materna, de la ciudad de Almería. Discípulo de Juan de Mata Prats, está considerado, junto a Andrés Giuliani y Antonio Bédmar, uno de los maestros de la pintura almeriense del siglo XIX; quizás el menos popular, ya que siempre se mostró remiso a presentar su obra en público, aunque es posible encontrar obras suyas en Almería, Granada y Madrid. Tocó acertadamente todos los temas, desde la pintura de Historia, La muerte con casco prusiano; costumbrista, El cántaro roto, La obra del maestro; de paisaje, Después del aguacero, Interior de la Alcazaba, Toque de oración, cuadro éste de enorme formato; hasta el bodegón y el florero. Excelente retratista, dejó numerosas pruebas de su maestría en este género, destacando el de Remedios (1913), su mujer, y el del hermano de ésta, el deán Álvarez- Benavides, los de Diego Muñoz, Abelardo González Olid (1906)... todas de magnífica factura, aunque, según aseguraba su nieto, Jesús de Perceval, del retrato que más orgulloso se sintió siempre fue el que le hizo a Mariano Zamora, hoy desaparecido.

      Viajero por Europa, fueron frecuentes sus estancias en Londres y, sobre todo, en París, donde siempre se reunía con el dibujante Manuel Luque, su antiguo discípulo y protegido, uno de los pintores y escritores que disfrutaron de su mecenazgo. De aquellos viajes datan delicados apuntes de damas y caballeros a la moda.

      Además de su estudio en la calle Eduardo Pérez, usaba como tal la sala principal del cortijo de Pechina, pintada al gusto orientalista por él mismo, aunque en ocasiones dibujaba labriegos y animales domésticos en su finca de Gádor.

      Colaborador de la revista La Ilustración Española y Americana, en su faceta de ilustrador literario destaca la obra El Quitolis, de José Jesús García, republicano anticlerical con el que le unía una entrañable amistad, nunca empañada por la diferencia de ideas. El Torneo, revista literaria almeriense (1881-83), se ilustra con unos dibujos suyos que más que caricaturas son auténticos retratos a los que reduce el cuerpo y añade algún que otro atributo referido a la actividad de los personajes retratados.

      Si su amistad con el célebre Magistral Domínguez le deparó un fino retrato a la acuarela, la mantenida durante toda su vida con el gadorense José Díaz Molina le proporcionó otros dos al óleo: Retrato con bombín y Retrato en la mecedora, mucho más sueltos que los ejecutados por este artista para el Senado. Su elección, junto a su amigo Plácido Langle en 1891, como síndico del Concejo fue su corto paseo por la política, sin que ello signifique despreocupación por lo social, pues trabajó siempre a favor de la infancia y de los desprotegidos, presidiendo, entre otras, la Comisión para la erradicación de la Trata de Blancas.

      Formó parte del grupo arqueológico organizado a finales de siglo, con independencia de la Diputación Arqueológica y del Círculo Literario y Cultural, formado alrededor de su gran amigo Blasco Segado. Apasionado de la Historia, ejerció de cronista -no en vano era bisnieto del autor de las célebres memorias de la invasión francesa en Fondón- dejando infinidad de breves notas que, al decir de su mencionado nieto Jesús, retrataban la sociedad de su época con gracia, agudeza y buen estilo literario, el mismo estilo con que, muy joven, compuso el discurso de bienvenida al rey Alfonso XII en su visita a Almería en 1876.




Ruz Márquez, José Luis





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