Segundo de los hijos de Rosario Miralles y Enrique Cid (mozo de equipajes y carpintero, conocido por El Manco tras un accidente laboral), Juan Cid Miralles vino al mundo en 1932 en el patio Duomovich, una de las zonas deprimidas del distrito 5º -entre el cerro de San Cristóbal y el convento de las Adoratrices-, creciendo en un ambiente sin garantías de futuro ni de acceso a la necesaria escolarización; carencias que marcaron la primera mitad de su biografía.
A partir de los años treinta el boxeo y el fútbol -y en menor medida la pelota nacional o vasca y el ciclismo- fueron los deportes dominantes en la ciudad. En no pocas ocasiones como recurso obligado para que sus practicantes saliesen de la precariedad económica y alcanzaran cierta fama local y efímera, salvo que triunfasen en el campo profesional, meta que no lograron la mayoría de ellos. Caso de su hermano mayor Enrique, a quien el conocido posteriormente por “La maravilla del Ring” imitó en sus inicios y con el que salía a correr por las laderas del Cerro y en la Molineta. Juanito Cid siempre militó en los pesos “mosca” (inferior a los 51 kg), categoría boxística en la que no abundaban púgiles tan livianos. En cualquier caso, está considerado el más sobresaliente de su época.
En su adolescencia tuvo la fortuna de que se fijase en él Diego Gómez, policía e instructor de educación física que se hizo cargo de sus entrenamientos y enseñanza de los conocimientos elementales de tal disciplina. La valentía, inteligencia, calidad técnica y viveza del chaval le llevaron a debutar con 16 años frente a Miguel Bisbal -el otro destacado “mosca” almeriense- en la terraza España, por el que percibió una “bolsa” de 30 de las antiguas pesetas. A este cine de verano le siguieron otros locales antañones: Tiro Nacional, Variedades y Moderno; o bien en rings de Melilla, Murcia y Granada. A dicho combate le siguieron una veintena más, proclamándose vencedor en la mayoría de ellos; incluidos los realizados durante su estancia con el equipo provincial del Frente de Juventudes en los Campeonatos de España celebrados en Alicante y Valencia en 1951 y 1952, logrando un meritorio tercer puesto en ambos.
No obstante, para lograr sobrevivir debió trabajar de peón de albañil con un sueldo mensual ínfimo. Ello le indujo a militar en el campo profesional, presentándose en 1953 en el madrileño frontón Fiesta Alegre, venciendo al murciano Santos Pérez: victoria que le reportó dos mil pesetas. Este sería el inicio de una brillante carrera en la que subió al cuadrilátero frente a los mejores púgiles del escalafón: Young Martín, Baltasar Garzón, Ratón Osuna, Carrero… Méritos que le permitieron disputar el Campeonato de España (Melilla, 1958), perdido tras una inoportuna lesión. A las localidades citadas cabe añadir distintos recintos boxísticos de solera: Price, Apolo (Barcelona) y las plazas de toros de Almería, Melilla y Málaga. O en Escocia, en la que sería su primera y única experiencia internacional y en la que injustamente ganó su contrincante irlandés. Después de una intensa década colgó los guantes de ocho onzas. Marchó a Alemania, donde trabajó en la minería y factorías de la Opel, regresando con unos ahorros que le permitieron abrir un bar en Regiones Devastadas, donde se jubiló. Juan Cid Miralles falleció en septiembre de 2020 dejando viuda y cuatro hijos
Bibliografía:
ORTEGA BELTRÁN, Juan, El boxeo almeriense (1935-1992), Almería 2015.