Manuel ROMERO BATALLA DE AQUINO


ROMERO BATALLA DE AQUINO, Manuel (Almería, 1840 - Manila, 1895). Poeta.


El poeta Manuel Romero y Batalla de Aquino nació en Almería, mediado el siglo XIX, tío de Paco Aquino Cabrera y de Miguel Jiménez Aquino, escritores como él. Manuel Romero Aquino, como era conocido, sin embargo, deambuló antes por esa Almería decimonónica de los 60 y 70, publicando ripios en La Crónica, que había manufacturado en los veladores de los cafés, sin encontrar oficio ni beneficio, a pesar de la alcurnia de su origen.

Era una Almería que empezaba, que aún carecía de un puerto concluido, que protegiese a los barcos que comerciaban con barrilla, esparto, uva y minerales. Y sin carretera ni ferrocarril. A Manuel, entonces, le cayó del cielo, tras realizar unos exámenes administrativos, una credencial como funcionario de Hacienda en Filipinas, allí donde no quería ir nadie. Pero él si fue: se enroló en un barco tras otro, saltó de puerto en puerto, hasta avistar la dársena celeste de Manila. Solo sabía de esa ciudad por los mantones, que su abuelo, el topógrafo Eduardo Batalla de Aquino, le había regalado a su madre en su juventud.

En Filipinas, se empleó como oficial de Hacienda, y también como consejero de lo Contencioso de las islas Filipinas y pronto contrajo matrimonio con la filipina de origen argentino Felisa Garchitorena, con la que tuvo una hija Pura Romero Garchitorena avecindada en Hawái y con sangre almeriense, firme protectora del legado de su padre.

Pronto se dio a conocer Manuel en Manila, publicando sus composiciones en diversos periódicos de la ciudad, en poesías de elevados tonos patrióticos, que le valió, sobre todo, la estimación de los isleños de la época, aunque no tanto de parte de la corriente independentista que llevaba tiempo fraguándose. Su obra cumbre en esas fechas fue el Romancero filipino, elogiando el descubrimiento de aquellas islas. Sus romances eran aprendidos y recitados de memoria por los escolares, estimándose que la obra debía adquirirse para su lectura obligatoria en las escuelas públicas del archipiélago.

El poeta almeriense escribió también ensayo (Un vals de Weber, dedicado a la actriz Felipa Díaz) y teatro, aunque sin rayar a tanta altura como con el verso: como poeta adquirió renombre, siendo comparado por algunos críticos con Zorrilla. Fue también defensor del pasado de Castilla, de la Iglesia y por ello tuvo muchos seguidores entre los frailes de la isla. Pero tuvo también, según la revista Nuestro Tiempo, otro perfil: el del bohemio aficionado cada vez más al alcohol, “que entre jolgorios y sablazos cantaba a María Santísima en melodiosas quintillas”.

El almeriense fue uno de tantos modestos empleados de Hacienda de la metrópoli, que viéndose cesante en el país y sin un céntimo, se quedaron a la buena de Dios y de los frailes, a pesar de los peligros que iban fermentando con la incipiente revolución.
En 1893, poco antes de su muerte, la Comisión de Instrucción primaria, cuando más arreciaban las protestas contra el dominio peninsular, autorizó la distribución de 10.000 ejemplares de su Romancero en más de 2.000 escuelas e institutos, que alivió sus últimos días y los de su viuda. Falleció el desconocido poeta almeriense en diciembre de 1894, después de una vida dedicada a las tareas de funcionario y a la escritura, aunque con muchas intermitencias, pero con gran sentimiento, corrección y gran cultura literaria, según los críticos contemporáneos.

El Ayuntamiento de Manila acordó dar el nombre de Manuel Romero Batalla de Aquino a una calle de la ciudad. Y así se hizo y la prensa filipina lloró su muerte, aunque a Almería no llegaran los ecos. Tras la independencia del país en 1898, el rótulo con su nombre fue retirado de donde vivió y murió el poeta que nunca más regresó a su ciudad natal..









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