Hijo de artesanos canteros de Pechina, con diez años entra como aprendiz ebanista en la carpintería Silvia, situada en la plaza Santa Rita. Aficionado desde joven a la construcción de guitarra, durante su aprendizaje visita con asiduidad el taller de los hermanos Moya, donde, de forma indirecta, inicia su experiencia como guitarrero, construyendo su primera guitarra a la edad de 17 años. En 1922 y debido a un accidente queda inválido de una pierna, por lo que se ve obligado a dedicarse a un oficio sin moverse, decidiéndose por la construcción de guitarras e instrumentos de púa. Dada la precariedad de los medios en la época, fabrica sus primeras guitarras con materiales de desecho: muebles antiguos, embalajes de la RENFE, etc. Al mejorar su situación, utilizará ciprés, palosanto, caoba, nogal y sicomoros, entre otras maderas nobles. Entre 1946 y 1950 está documentado que compró materiales en Valencia al constructor Telesforo Julve. Su taller estaba ubicado en el Barrio Alto y, más tarde, abre con sus dos hijos, Juan Miguel y Diego González, una tienda de música llamada Casa González en la calle Murcia, donde vendían los instrumentos. Constructor de guitarras clásicas y flamencas, es sobre todo en esta última especialidad en la que Miguel el Cojo, apodo popular después de su accidente, ha destacado, así como en la fabricación de bandurrias. En 1973 obtiene una medalla de plata y un certificado como Maestro Artesano Nacional. Sus guitarras eran bastante solicitadas y parte de su producción está en Méjico, Inglaterra y Francia. Estuvo en activo hasta los ochenta años, siendo valorado como el eslabón en la fabricación almeriense de guitarras entre los Hermanos Moya y Gerundino Fernández. Su hijo, Juan Miguel González Abad, continúa el oficio que aprendió con su padre y está considerado como uno de los diez mejores guitarreros en España hoy.