No es fácil aunar vocación médica con
afición taurina. Domingo Artés Guirado lo logró en 1942 al hacerse responsable
de la enfermería de la plaza de toros de la avenida de Vilches. Natural
de Tabernas (diciembre, 1902), falleció el 11 de agosto de 1972 en la
capital, tras permanecer postrado dos años a consecuencia de un ictus
hemipléjico. Casado con la jiennense Gloria Cruz García, no tuvieron
descendencia. Estudió bachillerato en Almería, Medicina en Granada y
la especialidad de Aparato Digestivo y Cirugía General en Madrid, causando
alta en el Colegio Oficial de Médicos de la Provincia en diciembre de
1929. En su amplio currículo destaca la pertenencia desde 1935 al cuadro
médico de la Asociación de la Prensa, con consulta en la calle Concepción
Arenal, anterior a la abierta en calle Murcia. En plena guerra civil, Domingo
Artés fue vocal y tesorero en la Agrupación (Colegio) Profesional de
Médicos.
Titular por oposición de la Casa de Socorro,
a comienzos de los cincuenta inauguró un moderno sanatorio-quirúrgico
dando vista al malecón de La Salle, en la Rambla. Jurado del prestigioso
y desaparecido trofeo Relampaguito, cultivó la amistad con aficionados
solventes (médicos, farmacéuticos, empresarios): Francisco Pérez Rodríguez,
José Durbán Quesada, José Rodríguez Orta, los hermanos Jerónimo y
Rafael Molina; los también hermanos José Manuel y Luis Gómez Angulo,
José Tara o los enfermeros Enrique Asensi, Luis Criado, Bretones, García
Santisteban, etcétera. Y desde 1943 al final de sus días en septiembre
de 2009, el sempiterno auxiliar encargado del recinto taurino, Antonio
Bretones, veterano aficionado.
El Montepío de Toreros le asignó la comprometida
jefatura sanitaria del coso capitalino. De abril de 1942 a agosto de 1965
firmó 39 incidencias facultativas: cogidas leves, graves o de pronóstico
reservado sufridas por profesionales, empleados y servidores de la plaza
o espectadores. Independiente de la tauromaquia, valga señalar que en
tan modernas instalaciones, en junio de 1954, falleció Celia Viñas Olivella,
catedrática de Literatura y dinamizadora cultural, aunque no atendida
por su director.
Entre sus pacientes famosos o humildes, el
novillero Niño del Barrio fue el primero en pasar por el quirófano en
abril de 1942. Y Curro Romero el más mediático, con una aparatosa cornada
durante la feria de 1965. El último diestro atendido sería (1969) el
novillero Jacobo Belmonte.
Además de las atenciones al espontáneo Egea
Cerezuela, firmó otro parte facultativo calificado de “gravísimo”:
la severa cogida sufrida por banderillero José Castillo la tarde del 7
de diciembre de 1969. Atendido en la misma plaza y posteriormente en la
clínica del doctor Gómez Campana (parque Nicolás Salmerón), hubo de
ser evacuado a Madrid, cupiéndole al desdichado subalterno sevillano el
dudoso honor de ser el primero del gremio en utilizar el moderno aeropuerto
almeriense. Salvó la vida.
Después de su muerte, al doctor Artés Guirado
se le recuerda con una placa en la fachada de la enfermería. Le sucedió
el citado Luis Gómez Angulo. En los años sesenta, la plaza de cirujano
en capitales de provincia y localidades importantes surgía de una terna
elevada al Ministerio de la Gobernación, vía Sanatorio de Toreros de
Madrid.