Lorenzo RUBIO CAPARRÓS


RUBIO CAPARRÓS, Lorenzo (Vera, Almería, 1811 - Sabiote, Jaén, 1891). Senador del Reino.


Lorenzo Rubio Caparrós nació en Vera en 1811 y en la parroquia de la Encarnación lo bautizaron sus padres José Rubio Gallardo y Josefa Caparrós García, esmerados artesanos de tejidos que disfrutaban de una cómoda situación económica, puesto que también poseían fincas productivas de cereal. Su abuelo paterno, Joseph Rubio, había llegado a Vera mediado el siglo XVIII como administrador de la Real Renta Estancada de Sal. Gestionaba, por tanto, el alfolí de La Garrucha, que era entonces una aldea veratense, donde se recibían por barco los sacos de sal procedentes de las salinas de Roquetas para el despacho de 40 pueblos de la comarca. Este abuelo de Lorenzo fue uno de los socios fundadores de la Sociedad Patriótica de Vera, una de las primeras asociaciones de Amigos del País que se crearon en la España del siglo XVIII.

Lorenzo fue creciendo en un pueblo como Vera, que tenía entonces unos 4.000 habitantes, gente industriosa a pesar de la penuria de la falta de agua. Uno de los amigos y vecinos de Lorenzo, desde sus primeros pasos, fue el célebre Ramón Orozco Gerez, que había nacido cinco años antes en esa Vera que iniciaba un nuevo siglo. Y también coincidió con José de Salamanca y Mayol (marqués de Salamanca), de su misma edad, quien se convirtiera en una de las más grandes fortunas españolas, que había llegado a Vera como primer juez de Instrucción y como alcalde Mayor. Con ellos confraternizaba en ideales, en sueños y en anhelar modificar un país dividido entre los que querían que todo cambiara y los que querían que todo siguiera igual.

Las luchas políticas de aquellos años remotos crearon graves problemas a su familia, al inclinarse por el sistema constitucional de 1820, acabando arruinados por las persecuciones posteriores. El declive económico familiar hizo que Lorenzo, de muy niño, trabajase en el comercio local del lorquino Ramón Yanes, que alternaba estudiando gramática y filosofía en un colegio religioso. Sus ideas juveniles no comulgaban con la de los frailes y, aunque adquirió el grado de clérigo tonsurado, no continuó la carrera eclesiástica.

Unos años más tarde, su amigo Ramón Orozco, hijo de labradores hacendados como él, organizó la Milicia Nacional en Vera como capitán, una suerte de ejército armado ciudadano vinculado al liberalismo. En 1835, Lorenzo se alistó con su amigo y con el futuro marqués de Salamanca, con motivo de la sublevación contra el presidente del Consejo de ministros, el conde de Toreno. Y también combatieron juntos los tres en la sierra de Granada en emboscadas contra las tropas carlistas.

Tras estos arrebatos juveniles, marchó Lorenzo a estudiar Filosofía y Leyes a la Universidad de Letras de Granada. Allí obtuvo con sobresaliente el grado de bachiller y de licenciado y cuando optó por oposición al de doctor, es apartado por el rector, José Garzón, por sus ideas de revolucionario y anarquista en esa misma ciudad que había ejecutado unos años antes a Mariana Pineda. Fue procesado criminalmente acusado de desórdenes públicos y sufrió cuatro años de cárcel y dos años de destierro –el primero de ellos- a veinte leguas en el contorno, por lo que tuvo que volver a Vera.

Cuando el pronunciamiento de Espartero en 1840, Lorenzo pudo al fin conseguir por oposición el grado de doctor y contrajo matrimonio con la granadina Matilde Quesada Ugarte, con la que se trasladó a Úbeda tras obtener la plaza de secretario municipal y establecerse como abogado. Allí se afilió a la Milicia y contribuyó a la mejora de uniformes y de armamento y a la creación de una banda de música. Y allí le nacieron ocho hijos a los que fue viendo crecer y morir –a excepción de Augusto-, como a su primera mujer, fallecida de fiebres y sufrimiento cuando él se encontraba encarcelado. Al tiempo se volvió a casar con la jiennense Isabel Hidalgo Madrid, también viuda, con la que tuvo un hijo, que, este sí, le sobrevivió.

Lorenzo Rubio sufrió cuatro destierros y dos encarcelamientos que aprovechaba para volver a su pueblo almeriense. El último de ellos, en 1848, ocurrió cuando se hallaba paseando y fue detenido. Se le envió a la cárcel de Granada y a la de Almería y permaneció desterrado en Laujar y fue también encarcelado en el castillo de Santa Catalina, en Cádiz, todo fruto de esas intrigas políticas de moderados contra progresistas.

Tras la Revolución de 1854, la Vicalvarada, capitaneada por el liberal O’Donnell, quien restablece la Constitución de 1845, Lorenzo Rubio es elegido diputado a Cortes por Jaén y es nombrado comandante primero de la Milicia Nacional de Úbeda. Puso a esta institución militar al servicio de los enfermos en la epidemia de cólera morbo de 1855, perdiendo él mismo a su hija Matilde, que socorría a los moribundos como enfermera. Por ello se le fue dada la Cruz de Beneficencia y fue nombrado comendador de número de la Real Orden de Isabel la católica por Decreto de 27 de noviembre de 1855.

Tras volver a penar con los gobiernos moderados, años después, con la Gloriosa de 1868, fue elegido diputado y después senador del reino por Jaén por sufragio universal. Apoyó directamente a su provincia adoptiva, Jaén, y a su provincia natal, Almería, al presentar una enmienda en Cortes en la que solicitaba que el proyecto de línea férrea Linares-Almería tuviese rango de ley, aunque el ferrocarril no llegó a Almería hasta casi treinta años más tarde. Lorenzo Rubio Caparrós, aquel veratense infatigable, indomable como un junco, falleció en el pueblo de jiennense Sabiote, en la casa de su segunda esposa, un día de otoño de 1891, con 81 años vividos.



León González Manuel





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