Francisco Antonio RUBIO CALLEJÓN


RUBIO CALLEJÓN, Francisco Antonio (Dalías, 1898 - Granada, 1936). Abogado, docente y gobernador civil.


Su recuerdo perdura como fiel servidor del Estado y está ligado a la represión fascista de Granada a comienzos de la Guerra Civil. Dejó viuda y dos hijos de muy corta edad: Antonio y Marco. Francisco Antonio Rubio Callejón nació el 14 de diciembre de 1898 en un entorno familiar de clase media. Se examinó de Bachillerato en el Instituto de 2ª Enseñanza en la capital y cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Granada, ciudad en la que igualmente ejerció la abogacía y la docencia. Casado con Isabel de Bustos Pérez, estudiante de Magisterio e hija de Eugenio Bustos González, comerciante, concejal, presidente de la Cámara de Comercio, masón (logia “Redención”) y notable político republicano. Tras el asesinato del marido y absolutamente desamparada, el nuevo Régimen no le permitió regresar junto con los niños al amparo de su familia en Almería. Ya instalada en la ciudad, falleció en 1996.

Dos días antes de los esponsales, en la Nochevieja de 1931, la Gaceta de Madrid publicaba su nombramiento como gobernador civil de Huelva y seis meses después (junio de 1932) de Santander. En Cantabria permaneció el matrimonio antes de su posterior traslado a Jaén en marzo de 1936, tercer y último destino en tan alta responsabilidad institucional. En dicho periodo y hasta el final de sus días militó en Izquierda Republicana, liderada por Manuel Azaña, presidente de la 2ª República Española. En 1926 ingresó en la logia daliense “Alpujarra N.º 18” con el grado 3 y el nombre simbólico de “Goethe”; distintivo y grado mantenido durante su permanencia en la Masonería granadina.

De talante moderado y probada capacidad jurídica, regresó a la Universidad nazarita en calidad de auxiliar de Joaquín García Labella, catedrático de Derecho Civil. Tras el triunfo de los sublevados contra la legalidad vigente, a comienzos de agosto, Rubio Callejón fue detenido “con engaño” en su domicilio y trasladado con su superior en la cátedra y un pequeño número de correligionarios a “La Colonia” (Víznar), campamento-residencia de estudiantes y posterior cárcel. Uno de los cabecillas sediciosos, el capitán Nestares, trató al parecer de protegerlos, retornando al pequeño grupo a la prisión provincial. Sin embargo, la condena a muerte estaba dictada y firmada por el gobernador civil fascista. Lamentablemente, junto al citado García Labella y otros 30 republicanos, sería fusilado por un pelotón de Artillería en la madrugada del 25 de agosto de 1936 frente a las tapias del cementerio municipal de Granada, cinco días después del no menos alevoso asesinato de Federico García Lorca. Hay incluso historiadores que afirman que fue uno de los forzados “enterradores” del poeta, coincidiendo con su reclusión en La Colonia.

Hace unos años, su hijo Marco, militante socialista, recogió el documento por el que el PSOE reconocía públicamente la trayectoria y sacrificio de su padre. Ya en democracia, el cadáver de Francisco Antonio fue traído de Granada al cementerio municipal de Dalías, donde reposa en el panteón familiar.

 

Bibliografía:

Molina Fajardo, Eduardo, Los últimos días de García Lorca, Plaza & Janés, Barcelona 1988.
Ruíz Sánchez, José Leonardo, “La Masonería en la comarca virgitana (1883-1936)”, Revista Farua, 1999.

 




Sevillano Miralles Antonio





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