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EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA (1750-1760)

Este Catastro, cuyo nombre responde al título nobiliario de quien fue su diseñador, pretendía ordenar un nuevo sistema tributario para rentabilizar mejor los recursos del Estado, a través de la cumplimentación de un cuestionario que diera a conocer la riqueza que había en toda España.

En Berja, “dependió de la Intendencia de Granada, que procuró los medios necesarios (juez, escribano y oficiales) y se auxilió de varios peritos y conocedores de la localidad, entre ellos el párroco”.

El voluminoso Catastro, fechado entre 1750 y 1760, se estructura en cinco partes: la primera es el cuestionario (40 preguntas) en que plasma “los límites del término municipal, fuentes de riqueza, minas, manantiales, etc.”; la segunda recoge “el vecindario completo ordenado por familias, con indicación de nombre, edad y profesión”; la tercera consta de un cuadro con toda la tierra del municipio, organizada en cultivos, producción anual y unidad de superficie”; la cuarta es “otra relación, vecino a vecino, de todos los bienes inmuebles, localización, tipo de aprovechamiento y producción anual”; y la quinta, otros aprovechamientos del municipio y un resumen general de todo lo anotado.


En el Archivo General de Simancas se conserva los Libros del Catastro del Marqués de Ensenada que incluyen las respuestas generales a las cuarenta preguntas del cuestionario que se enviaron de todos los municipios del Estado (http://pares.mcu.es/)

De esta meticulosidad descriptiva y caudal informativo se desprenden cuestiones de enorme interés histórico y de posible estudio para la investigación, no sólo de tipo fiscal y económico, sino de carácter poblacional, social, geográfico, agrícola, etc.

Este grueso documento se recoge en tres tomos de unos 12 cms de lomo cada uno. El primero se dedica a los sectores privilegiados (nobleza y clero) y los otros dos al estado llano. Están numeradas sus páginas y contiene un índice que remite a las mismas.

Su estado de conservación es bastante aceptable, tanto su encuadernación, en piel, como su interior, pese a que el grosor de los tomos podría haber supuesto un condicionante para su deterioro.