AtrasAdelante

Filabres
Sierra Alhamilla
Río Nacimiento
Ruta de los Filabres











Vegetación de montaña como el romero, el tomillo o las encinas y coníferas, son un aviso de que estamos llegando a pueblos de montaña, rodeados de sierras como la de Alhamilla o Gádor, situados a más de mil metros de altitud y desde algunos de los cuales se divisa hasta el Mediterráneo.
Senés es el más típico ejemplo de la tipología urbana escalonada, de la quietud del paisaje y de las formas y detalles de su pasado. De su origen musulmán, conserva los interesantes Despoblados de Cuesta Roca y de La Hoya, donde se conservan enterramientos e incluso fundiciones mineras.
Las fiestas de esta localidad destacan por su singularidad. Así, a la Fiesta del Emigrante, en la que tiene lugar un espectáculo ecuestre en el monte Icarada, se suma la Noche de los Burros, el sábado de Gloria, día en el que se cambian los animales de los corrales.
El Día del Romero es una festividad típica de Velefique, pueblo que se sitúa al resguardo de Peña Tajada, donde se conservan las ruinas de la fortaleza medieval que dividía en dos barrios a la localidad.
Pero si lo que buscan los visitantes es una buena oferta de turismo rural, Castro de Filabres es su población. Asentada sobre una vaguada, entre Sierra Alhamilla y la Sierra de Gádor y con construcciones típicas de pizarra, desde sus cumbres más altas se divisan Tabernas, Gérgal y el Mediterráneo.
A no muchos kilómetros se encuentra ubicado Olula de Castro, un municipio escalonado, de casas blancas y techumbres planas, que mantiene vestigios de sus pobladores prehistóricos. Es tradición celebrar el Día de los Inocentes el 28 de diciembre.






Gérgal es la siguiente parada en esta ruta por Los Filabres. Durante la rebelión de Las Alpujarras, los moriscos sublevados contaron con un gran aliado, su alcalde, un morisco llamado Francisco Portocarrero. Consiguió engañar a los cristianos viejos de la localidad, a los que primero encerró y más tarde degolló.
El cultivo de las uvas y las minas de hierro, explotadas por compañías extranjeras que transportaban el mineral al ferrocarril a través de un cable aéreo, fueron durante algún tiempo el motor de su economía.
La localidad, que une Almería con Granada por el interior, conserva en su urbanismo rasgos propios de su origen musulmán. De su patrimonio es de destacar el Castillo del Conde de la Puebla, de finales del s. XVI, que fue construido como defensa ante los ataques piratas de argelinos, y que se encuentra restaurado, aunque pertenece a una familia del pueblo.
La fortaleza, frontera entre el desierto y el bosque, fue cruce de caminos que comunicaban Fiñana con Tabernas y Almería con la parte occidental de los Filabres.