Manuel Martínez López nació en Pechina el 2 de Marzo de 1922. Su infancia transcurrió por los campos de la Juaida. Su madre le enseñó a leer y escribir, hasta que a los 10 años le concedieron una beca de estudios. El bachillerato lo cursó en Almería, desplazándose a diario en bicicleta. Pero la Guerra Civil le sorprendió estudiando y debió poner término a sus estudios en plena contienda. Tras la misma, el ministerio le renovó la beca para estudios universitarios. Como a él lo que le gustaban eran las matemáticas, se fue a Granada primero y a Madrid más tarde a estudiar Ciencias Exactas. Comenzó a ejercer en Almería capital. Pero tuvo conocimiento de la creación de un Instituto Laboral en Vera y solicitó la plaza de matemáticas. Así se instaló en el pueblo del que ya no se movería en octubre de 1952.
Al principio el Instituto era sólo masculino. Pero gracias a su gestión consiguió que estudiasen también niñas. Nombrado director, ocupó el cargo hasta su jubilación. Persona tan culta como humilde, su estampa paseando por los pasillos del viejo Instituto (llamado entonces 'Fernando el Católico'), con su inseparable cigarrillo que milagrosamente lograba sostener en sus labios y su carpeta bajo el brazo, fue cotidiana durante 35 años. En aquellos años jamás quedaba una clase si dar en el instituto. Si el profesor de latín enfermaba, don Manuel (así le llamábamos todos) daba la clase y les recitaba de memoria de las Catilinarias. Si faltaba el de historia, les hablaba de las guerras Púnicas. Si el de dibujo no llegaba, cogía escuadra y cartabón e impartía la clase.
No fue la enseñanza la única actividad a la que dedicaba su tiempo. Colaboró en la creación de la primera emisora del pueblo, radio Vera, de la que fue algún tiempo locutor. Formó parte también de comisiones culturales del ayuntamiento e incluso en algún corto periodo fue concejal. Su dedicación y precisión era tan minuciosa que para darle el tratamiento adecuado a un panal de abejas que apareció en el tejado del instituto un comienzo de curso, previamente realizó un curso de apicultura con el objetivo de recuperar la colmena y conservarla.
En junio de 1987 se jubiló en olor de multitudes. Ya se había inaugurado el nuevo edificio del instituto de Bachillerato, del que don Manuel fue su primer director. Los vecinos de la ciudad le rindieron un homenaje y le hicieron entrega de un sinfín de regalos con innumerables muestras de cariño. Ante todos los presentes impartió su última clase con voz quebrada. El 2 de febrero de 1995 nos dejó para siempre. Pero su obra en los centros de enseñanza de Vera y su legado sigue muy presente entre los habitantes.