José Vallejo Osorno nació en Huelva y empezó a trabajar en la Compañía Sevillana de Electricidad en Sevilla y después en Jerez de la Frontera. En 1973 llegó a Almería sustituyendo a Fernando Cambronero. Se le veía a Pepe Vallejo, que fue también presidente de la Cámara de Comercio, dar cortos pasos con su bastón por la calle Rueda López, cerca de su domicilio. Se le veía ya torpe, pero con ansias de luchar contra la biología, contra el amarilleo del tiempo en los huesos. Fue siempre un tipo arriesgado: porque arriesgado era dirigir la Sevillana en aquellos tiempos de cortes de suministro.
José Vallejo Osorno era el hijo de un técnico municipal onubense, nacido casi justo cuando empezaba la Guerra, que a los 17 se fue a Madrid, a estudiar para ingeniero industrial en un Colegio de los Jesuitas. Nadie lo hubiera arrancado de su destino de Jerez, si no hubiera sido una almeriense, Ángela Miras, con la que se casó y tuvo dos hijas, sentando sus reales desde entonces en la ciudad de la Alcazaba. Empezó en Sevillana haciendo proyectos de línea, cables subterráneos, hasta que llegó a Almería de la mano de la crisis del petróleo. Los principales clientes eran los pozos de agua del Poniente y también la industria del plástico y química como Deretil. En los años 80 aún había anejos y pedanías que se alumbraban con candil y que Vallejo contribuyó a modernizar con luz eléctrica. Fue el artífice de los numerosos planes de electrificación rural que Sevillana desarrolló a través de la firma de convenios con Diputación.
Llegó a recorrerse los 103 pueblos de la provincia, siempre en medio de esa angustia porque no fallara la luz y con una plantilla de más de 300 empleados. Fue portero de balonmano, árbitro de fútbol y presidente de la Cámara durante ocho años (1987- 1995) en una época en la que las relaciones con Asempal pintaban bastos. Desde que se jubiló se olvidó de amperios y voltios para disfrutar de sus nietos. En la Cámara creó la Feria de la Energía.