Abú l-Abbás Áhmad  AL-QANYÁYARI 


AL-QANYÁYARI, Abú l-Abbás Áhmad (Canjáyar, 1157 - Ceuta, 1229). Sufí.


Áhmad b. Ibrahim b. Abdalmálik b. Mutárrif fue conocido como al-Qanyáyari, es decir, el de Canjáyar, por haber nacido allí en 1157-58. El gentilicio de at-Tamimi lo vincula a una tribu árabe del Norte, aunque ignoramos si fue por relación de clientela.

Pronto se trasladó a Málaga, donde estaban establecidos algunos almerienses, como Abú l-Abbás Ibn al-Yatim al-Andarashi, conocido como al-Gazzal (m. 581=1185), con quien estudió. Éste había sido discípulo del ilustre sufí almeriense Ibn al-Arif y era natual de Laujar de Andarax, localidad vecina a Canjá­yar.

En Málaga nos consta que se estableció una rama familiar, pues allí nació el hijo de su herma­na, su sobrino al-Hasan (Ibn) al-Jazzaz (el Sedero). Es probable que también estudiara en Málaga con Abú Muhámmad Ibn Ubaydállah, oriundo, como él, de Canjáyar y asentado en la ciudad después de exiliarse de una Almería conquistada por una cruzada cristiana.

Viajó cuatro veces a Oriente en cumplimiento del precepto de la peregrinación. El primer periplo tuvo lugar en el año 1174-75, con dieciocho años. Para entonces, al-Qanyáyari ya había entrado en contacto con el prestigioso maestro sufí sevillano establecido en Bujía Abú Madyan, pues se le menciona vestido con un jubón andrajoso, que debía de ser la jirqa, esa especie de manto que los maestros sufíes entregaban a sus discípulos como signo de iniciación. En su caso, se dice que bajo él vestía ropas valiosas.

Aprovechando los cuatro viajes que lo llevaron a la Península Arábiga, disfrutó de la compañía de numerosos maestros orientales y compartió con ellos su saber. Sus recorridos por ciudades del Oriente islámico incre­mentaron no solo sus conocimientos sino también su reputación.

El retrato que de al-Qanyáyari hacen sus biógra­fos nos muestra a una persona de reconocido virtuosismo, temerosa de Dios, venerada tanto por el vulgo como entre los miem­bros de la élite. Se puede calificar de íntegro, pues si bien estaba expuesto a los honores terrenales procedentes de la posesión de riquezas y gloria, no por ello se resquebrajó la solidez de sus principios. Había alcanzado moradas de la vía mística y estados contemplativos/espirituales y tenía visiones.

Gozó de una posición social relevante, pues los mandatarios de la época lo tenían en gran consi­deración y deseaban tenerlo cerca para obtener su bendición. Al-Qanyáyari los guió en la realización de importantes acciones piadosas. Asimismo, y por voluntad de los miembros de la dinastía almohade y de otros dirigentes del reino, se encargaba de la distribución de las limosnas voluntarias que entregaban en donación, repartiéndolas entre los pobres y los necesitados, por ser el que mejor los conocía, ya que visitaba a grupos de personas de distintos estratos sociales. Su actividad caritativa fue intensa y muy celebrada. En La Meca y Medina, ciudades en las que fijó su residencia largas temporadas, destinó dotaciones económicas para el manteni­miento de los lugares santos; a él se debe la construcción del baño de Achyad (nombre que recibe una puerta del recinto de la Mezquita de La Meca) y la de un ribat en la colina de al-Marwa, colindante a la ciudad santa, en cuyo recinto sagrado aparece la fecha de fundación: noviembre del 1223. Por la fecha, creemos que esta obra pía data de la última estancia de al-Qanyáyari en los lugares sagrados del islam.

Nos consta que también viajó por algunas ciudades del Norte de África, seguramente con la finalidad de reunirse con otros compañeros sufíes.

Por lo que respecta a su descendencia, tuvo una hija llamada Máryam, a la que dio en matrimonio al alfaquí Abú l-Qásim Muhámmad (Ceuta, 1211–Ceuta, 1279), hijo del asceta ceutí Abú l-Abbás Ibn Abí Azafa (al-Azafí), considerado por muchos un santo. Este Abú l-Qásim Muhámmad fue gobernador de Ceuta entre los 1249 y 1278). Se encargó de completar y prologar la obra de su padre Libro de las perlas engarzadas, que versa sobre la natividad del venerable Profeta, en la que abogaban por implantar la conmemoración de la festividad del mawlid (nacimiento de Mahoma) que únicamente se celebraba en el Oriente islámico. Implantó esta práctica durante su manda­to como gobernante.

De este matrimonio nacieron cinco hijos, nietos de al-Qanyáyari, algunos de los cuales se convirtieron en eminentes personalidades de la vida política ceutí. Una de las hijas, Safiya, se casó con el almirante Abú l-Qásim al-Randayi.

Al-Qanyáyari contrajo la lepra, que se propagó por prácticamente todos los órganos de su cuerpo y falleció a consecuencia de ella el 22 de diciembre de 1229 en Ceuta. Fue enterrado en el exterior de la puerta de as-Sabah, en el Cementerio del Arrabal de Afuera, dentro de la Muralla del Mar.

 

 





Política de Privacidad | Aviso Legal | Versión: 2.2.1 | 12/02/2024