BAZÁN, Los

Familia de conversos nazaríes establecida en Abla que tiene por tronco a Abul Hacen, nieto de Muley Hacén, rey de Granada, o de su hermano Muhammad XII el Zagal, tío y enemigo de Boabdil y aliado de los Reyes Católicos a los que entregó Almería en 1489. Muy joven, participó en la conquista del Reino, recibiendo por ello la conservación de su nobleza, así como las casas y haciendas en Abla y Abrucena. Convertido, acude a Santa Fe, donde se bautiza (30-IX-1500), tornándose de Abulhacén a Alonso Bazán, apellido navarro elegido en honor a su padrino, Rodrigo Bazán, -abuelo del célebre marqués de Santa Cruz-, a quien admiraba en campaña y al que trató en el tiempo en que aquel mandó la fortaleza de Fiñana. En la visita que, tras la ceremonia, hace a los Reyes Católicos recibe, “acatando los leales servicios”, la merced del alguacilazgo mayor perpetuo de Abla. Casado con una señora principal granadina, Mencía Bazán Abencerraje, fue padre de Diego y Rodrigo, garante éste de la continuidad de la estirpe en Abla.

Malquisto por los castellanos por su origen, así como por los moros, que le consideraban traidor, casó a su prole con familiares de la Inquisición, regidores e hidalgas... sin lograr por ello evitar el ensombrecimiento de la estancia de su linaje en Abla. Ya en vida de este primer Bazán Hacén, 1546, los vecinos inician un pleito contra sus privilegios, que acabarán confirmados en 1549.

Cuando en 1568 se alzan los moriscos, Rodrigo Bazán, hijo del converso, corre con su familia a refugiarse a la fortaleza de Fiñana, cuidándose de demandar la certificación de su llegada para cumplir como “cristiano, en defensa del Rey”, al tiempo que lo hace su hijo Diego, quien entrega al alcalde mayor una carta que le ha dirigido Abén Humeya ofreciéndole, de sumarse a la rebelión, nombrarle su general. El 10-VI-1569, Rodrigo y sus hijos salieron de la fortaleza para defender la iglesia del ejército de Jerónimo el Maleh, luchando todo el día hasta replegarse agotados al castillo, ya de noche, convencidos de haber desbaratado al enemigo.

Diego Bazán Hacén desempeñó, tras la guerra, el alguacilazgo concedido a su abuelo. Alonso obtuvo la confirmación de sus privilegios con la protección de Felipe II, quien, en 1573, ordenaba que los bandos del destierro “de los moriscos no se entendiesen con él” ni con sus hermanos, y que “quedase en el Reyno con su casa y hacienda”.

Cuando en 1609 Felipe III decreta la expulsión de los moriscos, los vecinos pretenden que se ejecute contra ellos, lo que no prosperó por la merced que el propio rey hizo en cédula de 7-I-1611. En 1631 Francisco Bazán de los Granados, bisnieto del converso, solicita al alcalde mayor de Fiñana la confirmación de sus privilegios, puestos en entredicho por sus tenaces convecinos, privilegios que en 1641 ejerce Rodrigo Bazán para alistarse en las compañías de nobles para la guerra de Portugal.

En 1665 los Bazán se querellan ante el corregidor contra el concejo de Abla por haberles incluido en el padrón de soldados, y, aunque volvió a triunfar su derecho, no tardó el pueblo en volver a la carga y, en 1674, se empeñaron en empadronarlos, sin éxito, como pecheros para el ejército de Cataluña. La merced del alguacilazgo la ejerce a comienzos del siglo XVIII Rodrigo Bazán y, en 1770, Sebastián Bazán Puerta, hidalgo y labrador.

Aún pervive en Abla el rastro de aquella familia: en la iglesia, capilla de la Virgen de los Dolores, enterramiento del converso y su mujer, puede verse el blasón del linaje, escudo que se repite en una casita tras del templo, proclamando ser las armas de “Don Alonso Bazán Hazén, descendiente de los Reyes de Granada”.

 

 Dibujo de José Luis Ruz Márquez, procedentes de sus libro Los escudos de Almería (1986)

 



Ruz Márquez José Luis





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