Quizás sea su peculiar arquitectura, más parecida a la del norte de África que a la del resto de Andalucía, lo que hace de La Alpujarra un lugar tan especial. O quizá su paisaje, salpicado de almendros, parrales y árboles frutales, un auténtico vergel creado en medio de dos sierras.
La Alpujarra es la sencillez hecha belleza, el encanto de una tierra de raíces ancestrales y de unas gentes que, sabiamente, han sabido transformar lo que la naturaleza les ha legado en todo un paraíso.
El último refugio de los moriscos de Al-Andalus ofrece hoy, en el siglo XXI, el encanto de un lugar único y el saber vivir de un pueblo, abierto y hospitalario, que sin duda es el patrimonio más valioso de la comarca.