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Los pueblos blancos de Almería, un escaparate único en la provincia


Pueblos de una blancura solo rota por el color de sus iglesias de piedra, que muestran esbeltos campanarios que ocuparon el lugar de las antiguas mezquitas. Desde lejos parecen como blancas sábanas puestas a secar en medio de verdes laderas. Casi todo en lo alto, desde donde en días claros se divisan en la lejanía las montañas de África.

El primero de los pueblos blancos de Almería que visitamos es Bayárcal, a 1.258 metros. Está ubicado en la falda del cerro Chullo y con nieve gran parte del año. Es el pueblo más alto de la provincia y punto de partida para excursiones a Sierra Nevada. Apoyado en la ladera, da la sensación de deslizarse barranco abajo. En los alrededores un enorme encinar, el más grande de toda la provincia. Conserva grises chimeneas circulares y típicos “terraos” alpujarreños. Aquí, el techo de una casa sirve de patio a la de arriba. Es famosa su fuente de aguas ferruginosas que, al decir de sus habitantes, «mayormente sirve para dar hambre”. Pero es cosa que no importa, pues es comarca donde los fríos hacen que se curen buenos jamones.

El segundo de los pueblos blancos de que os recomendamos es Bédar. Por situación y clima, es lugar de residencia para artistas, principalmente pintores. La población vive del turismo y de pequeñas cosechas de tomates o pimientos. Hay un monumento a la almazara y un mirador. La parte bonita se localiza camino de La Serena con la fuente Temprana, lugar de cuidados cortijos.

Otro pueblo para visitar es Cóbdar, entre olivos y chumberas. Encima, una enorme peña que parece va a sepultarlo y de donde se extrae mármol. La calle de la Piedad conduce hasta la plaza de la Constitución, Ayuntamiento e iglesia, que destaca por su blancura. La plaza de la Cruz muestra dos vistosas palmeras y el antiguo casino, edifico-palacio más importante del municipio.

La ruta por los pueblos blancos de Almería continúa por Fondón. Unos lo llaman castillo o palacio del Rey Moro y para otros sigue siendo El Presidio. Es el edificio más histórico y antiguo de la comarca y en él residió Boabdil cuando rindió la ciudad de Granada. Está en Fuente Victoria (pequeña aldea que pertenece a Fondón). De aquí se llevaron los ingleses plomo y plata (finales del XVIII). Quedan chimeneas y casas de la época de las minas. Fondón conserva casas señoriales con escudos, el Ayuntamiento (antiguo pósito) y la iglesia mudéjar con espectacular torre.

Gérgal es otro de los pueblos blancos de Almería que ver. Está rodeado de colinas amarillas con algún que otro matorral seco. Sol blanco de desierto y cactus. Calles estrechas, empinadas y limpias. Tejados hechos con lajas y fachadas encaladas. En lo alto, el castillo que levantaron los moros. No se sabe qué culturas pasaron por aquí y lo que hay es bastante desconocido. Por ejemplo, piedras con letras grabadas en el Peñón de las Juntas (a 10 kms.) que nadie ha conseguido traducir.

La siguiente parada de la ruta por los pueblos blancos de Almería es Laujar de Andarax. Su primer poblador fue nada menos que Tubal, nieto de Noé. De época árabe conserva parte de la muralla y cinco torres. Cuenta con numerosas fuentes públicas (casi todas del XVIII). Se la considera el ‘pulmón de Almería’ y su vega es huerta que produce prácticamente de todo.

A casi mil metros de altitud, Ohanes es una mancha blanca en la ladera de la montaña. Este pueblo blanco de Almería parece casi vertical, tanto que, en el cementerio dicen que entierran a los muertos de pie. Una larga calle lo recorre. En la plaza se encuentran el Ayuntamiento y la iglesia, la más monumental de toda la comarca.

María, localidad ubicada en la sierra que lleva su nombre, conserva restos de muchas culturas. Pinturas neolíticas en la Cueva de Haza. Poblado ibérico aún sin excavar en ‘El Pasico’. Restos romanos en la Alfahuara. El término es Parque Natural con lugares de recreo de buenas panorámicas. A un kilómetro, el Santuario de la Virgen de la Cabeza, de gran devoción en toda la sierra. Es uno de los pueblos blancos de Almería imprescindibles.

Continuamos con Purchena, que estuvo habitado en época prehistórica (Cueva de la Almuceta, con pinturas rupestres). Los romanos levantaron un castro aquí. Su historia comienza con los árabes en el X. El castillo fue alcazaba amurallada. Con sus casas encaladas, tiene una buena foto con el castillo en lo alto y las casas solariegas, con amplios balcones y blancas fachadas, en torno a las plazas de la Constitución y Larga. Cerca, el cortijo de La Silveria con área recreativa y mirador desde donde se divisa la Sierra de los Filabres.

 

Los pueblos blancos de Almería, un escaparate único en la provincia