El cine de aventuras nos hace sentirnos héroes durante los minutos que dura el metraje. Y, por supuesto, nos hacen viajar por diferentes lugares sin siquiera movernos del sillón, cuando no nos introducen directamente en mundos fantásticos que disparan nuestra imaginación. Muchas de esas localizaciones no son sino paisajes de nuestra provincia reconocibles en la gran pantalla, pero que de tanta magia como tienen evocan hasta fronteras diferentes.